DÍA MUNDIAL CONTRA LA OBESIDAD: UNA EPIDEMIA QUE AGRAVA LA CRISIS SANITARIA POR COVID-19 Y EN LA QUE EL EJERCICIO PUEDE SER CLAVE
Las políticas públicas deberían seguir preocupándose por la epidemia de obesidad, pues la evidencia ha demostrado que, la prevalencia de la que partíamos antes de la crisis sanitaria por COVID-19, está teniendo consecuencias nefastas en la pandemia. Ahora, más aún si cabe, el ejercicio físico es esencial para frenar la obesidad.
En este Día Mundial contra la Obesidad los/as educadores/as físico deportivos/as tenemos el deber de alertar a la ciudadanía sobre la epidemia de esta enfermedad, que además contribuye a empeorar el desarrollo de la actual pandemia por coronavirus.
El pasado año en esta fecha la Dra. Lidia Brea nos recordaba que la obesidad provoca 2,8 millones de muertes al año a nivel global, y en España el 62,5% de los hombres y el 46,8% de las mujeres tienen sobrepeso u obesidad en nuestro país. Además, los países de la OCDE gastamos aproximadamente un 8,4% de nuestro presupuesto sanitario en proporcionar tratamiento para las enfermedades relacionadas con el sobrepeso (OECD, 2019).
Estas cifras de las que partíamos antes de la actual crisis sanitaria están teniendo consecuencias realmente nefastas, pues ya en datos preliminares de estudios procedentes de Wuhan (China) se observaba que, mientras entre los supervivientes la cifra de personas con un IMC mayor a 25 kg/m2 era de un 18,95%, en los pacientes críticos fallecidos alcanzaba el 88,24% (Peng y cols., 2020).
En otro estudio publicado en la prestigiosa revista Obesity Reviews se reveló que las personas con obesidad contagiadas por coronavirus tenían un 113% más riesgo de hospitalización, un 74% más de ingreso en UCI y un 48% más de mortalidad (Popkin y cols., 2020).
En España, el 21,2% de las personas hospitalizadas por COVID-19 presenta un IMC superior a 30 kg/m2, (Casas-Rojo y cols., 2020). Sin embargo, Rubio Herrera y Bretón Lesmes (2020) destacan que «pese a que las tasas de obesidad de los pacientes analizados son inferiores a la prevalencia de la población española, se constata nuevamente que las personas con obesidad ingresadas por la infección COVID-19 tienen un mayor riesgo de complicaciones y de mortalidad» (ingreso en UCI, necesidad de ventilación mecánica invasiva, mortalidad intrahospitalaria).
Pero, ¿por qué la obesidad es un factor de riesgo importante para la COVID-19 y su gravedad? No solo es factor de riesgo en otros predictores de complicaciones en COVID-19 (diabetes, hipertensión y enfermedad cardiovascular), sino que también se caracteriza por la secreción anormal de adipocinas y citocinas que determinan una inflamación sistémica que es responsable de alteraciones metabólicas (Azzolino y Cesari, 2020).
Además, aunque todavía la ciencia está explorando sobre ello, se cree que la expresión de ACE2 y TMPRSS2 en las células diana es importante para la infección por COVID-19, y al parecer se encuentra alterada cuando hay obesidad (Sarver y Wong, 2020), dado que se sabe que la ACE2 se expresa en gran medida en el tejido adiposo, especialmente en la grasa visceral (Krams y cols., 2020).
En este sentido, el ejercicio, que se ha postulado como una herramienta de primer orden para la lucha contra la obesidad, también tiene la capacidad de modular los niveles de ACE2 (Magalhães y cols., 2020). Por todo ello, en un día como hoy, promover la labor de los/as educadores/as físico deportivos/as luchando contra la epidemia de obesidad y, en consecuencia, la pandemia por COVID-19, debería ser una de las prioridades de las políticas públicas.
NOTA:
Consulta siempre la información sobre esta pandemia en perfiles y páginas oficiales como las siguientes:
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