DÍA MUNDIAL CONTRA EL CÁNCER
EJERCICIO FÍSICO PARA PREVENIR, TRATAR Y SUPERAR LA ENFERMEDAD
4 de febrero
Por la Dra. Dña. Lidia Brea, col. 57.496, miembro del Comité de educación físico deportiva en el ámbito sociosanitario del Consejo COLEF, profesora de la Universidad Europea de Madrid.
El ejercicio físico (o de un modo más general, la actividad física, es decir el hecho de realizar acciones que provoquen un gasto de kilocalorías mayor al de reposo) es uno de los factores de riesgo modificables que pueden contribuir a prevenir la aparición de un cáncer [1]. Además, podría llegar también a atenuar la progresión de la enfermedad durante el tratamiento [2] o a prevenir recidivas [3]. Es decir, que el ejercicio físico contribuye positivamente en los tres momentos clave de la enfermedad, tanto en la prevención, como durante el tratamiento, e incluso una vez superada la misma:
En relación a la prevención, recientemente se ha publicado un artículo con una muestra de un millón cuatrocientos mil sujetos en el que se ha establecido que la actividad física realizada en el tiempo de ocio disminuye el riesgo de 13 tipos distintos de cáncer en adultos [4].
Una vez se está en tratamiento, su elevada toxicidad supone consecuencias físicas y emocionales durante el mismo [5] y posteriores a él [6], a lo que hay que incluir una posible cirugía, de la que se asumen también consecuencias para el cuerpo [7]. Ser físicamente activo, tras el diagnóstico de cáncer y durante el tratamiento, puede facilitar el proceso de recuperación, mejorar la calidad de vida y aumentar incluso la supervivencia [8]. Además, el ejercicio físico es seguro en este periodo [2, 9-11].
Una vez superada la enfermedad, se conoce que el conjunto de los tratamientos contra el cáncer tienen efectos secundarios, que provocan un impacto en la vida de los supervivientes de cáncer una vez acabado el proceso de tratamiento [12]. Dado sus beneficios, el ejercicio físico se ha convertido en uno de los mejores aliados de la oncología para la mejora de la calidad de vida en supervivientes de cáncer, por lo que ha llegado el momento de introducir el ejercicio físico en la práctica clínica [3]. Además hay que añadir a esto que es una intervención sin toxicidad y que ha demostrado mejorar la condición física y la fatiga de estos pacientes [13].
Las recomendaciones de práctica de ejercicio físico para prevenir el cáncer, para pacientes en tratamiento y para supervivientes son las mismas que para población sana [3,14,15], centrándose en los siguientes parámetros: (i) realizar al menos 150 min de ejercicio aeróbico de intensidad moderada (por ejemplo, caminar) o 75 de intensidad vigorosa a la semana (por ejemplo, caminar rápido), pudiendo realizarse también una combinación de ambas, como recomienda la Organización Mundial de la Salud; (ii) realizar ejercicio de fuerza 2-3 días en semana; y (iii) evitar el sedentarismo [9].
Es muy importante que el ejercicio físico que se realice cuente con la aprobación del personal sanitario, y que sea diseñado, ejecutado y supervisado por los educadores físicos deportivos (ldos./gdos. en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte colegiados), ya que se ha demostrado que la adherencia a los programas de ejercicio físico es más alta si éstos están supervisados por un profesional del ejercicio físico [16]. Este aspecto es fundamental debido a la necesidad de individualizar los programas, sobre todo cuando la persona está en tratamiento o bien tiene una serie de secuelas asociadas al mismo.
Un ejemplo de esas situaciones que pueden presentar este tipo de pacientes es la fatiga crónica como efecto secundario, a la que se enfrentan la mayor parte de los pacientes en algún momento de su proceso y que limita mucho la calidad de vida. El educador físico deportivo se encargará de ajustar el programa de ejercicio físico en relación a qué ejercicios realizar, qué volumen desarrollar y a qué intensidad se llevará a cabo el trabajo, conociendo que la herramienta del ejercicio físico se ha mostrado beneficiosa en la mejora de esos factores que conlleva el hecho de sufrido la enfermedad o estar en proceso de superarla.
REFERENCIAS:
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Es alentador ver la importancia del ejercicio físico en la prevención y tratamiento del cáncer. La investigación muestra claramente que mantenerse activo puede tener un impacto positivo en la calidad de vida de los pacientes y sobrevivientes. Además de los beneficios para la salud, es esencial que más personas conozcan estas recomendaciones. Hablando de mantenerse activo, también me gustaría mencionar que se puede disfrutar de la emoción y el entretenimiento en https://playuzucasino.com.es/, donde la diversión y la actividad mental también son clave. ¡Gracias por compartir este valioso artículo!
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